Carlos Fernández Balboa es padre de Rocío y de Pilar. Y, desde hace 30 años, es museólogo. Es decir, trabaja en la interpretación de la cultura y la naturaleza argentina para que otros compatriotas la conozcan y valoren. En sus tres décadas en la profesión pasó por zoológicos, organizaciones no gubernamentales como Fundación Vida Silvestre y Fundación Félix de Azara, y Parques Nacionales. También fue asesor del Ministerio de Turismo de la Nación. Hoy forma parte de una consultora que, junto con la museóloga Patricia Ceci, diseña exposiciones y museos.
Carlos Fernández Balboa es padre de Rocío y de Pilar. Y, desde hace 30 años, es museólogo. Es decir, trabaja en la interpretación de la cultura y la naturaleza argentina para que otros compatriotas la conozcan y valoren. En sus tres décadas en la profesión pasó por zoológicos, organizaciones no gubernamentales como Fundación Vida Silvestre y Fundación Félix de Azara, y Parques Nacionales. También fue asesor del Ministerio de Turismo de la Nación. Hoy forma parte de una consultora que, junto con la museóloga Patricia Ceci, diseña exposiciones y museos.
–¿Qué es un museólogo?
–Es un profesional de la preservación y comunicación del patrimonio. Un gestor cultural cuya acción se centra en la administración de los objetos. Una definición romántica de la museóloga Amalia Frontini es que somos «custodios de los bienes materiales y naturales de la patria».
–¿Y qué hace exactamente?
–Su acción trasciende el museo ya que reducirlo a ese espacio sería como suponer que el médico sólo puede operar en un hospital. Tiene tres ámbitos de acción: la exhibición, o sea la comunicación del patrimonio, poniendo los objetos en contexto y contando una historia. Otra línea es el estudio, catalogación y conservación. La tercera es la gestión de museos o espacios culturales.
–¿Por qué es necesario que en un país existan museólogos?
–Porque las sociedades tienen su memoria plasmada en los objetos. Forman parte de la identidad. Los museos son –junto con la historia– el reflejo de la memoria local, regional y nacional de los pueblos. No es casual que cuando vamos de vacaciones al exterior, una forma de conocer los sitios que brinda «prestigio cultural» sea la visita a los museos. Sería interesante que hiciéramos lo mismo en nuestros lugares de origen. Los museos son el reflejo indisoluble de la cultura y son el espejo de la importancia que le da los países a este tema.
–¿Qué tres cosas básicas no le pueden faltar a ningún museo?
–Conservación, investigación y educación. Los tres en forma equilibrada y ecuánime. Un museo para ser considerado como tal debe cumplir con ser una institución permanente, sin fines de lucro, al servicio de la sociedad y su desarrollo.
–¿Cuál es el museo más completo del país?
–Hay cerca de 1000 museos de distinto tipo y son difíciles de comparar. No es lo mismo el Museo Nacional de Bellas Artes que preserva 12 mil obras pictóricas de todos los argentinos, que el museo de un municipio cuya labor es reflejar la identidad local. Hay muy importantes como el Paleontológico Egidio Feruglio en Trelew o el Isacc Fernández Blanco de Arte Latinoamericano en Buenos Aires o el Complejo Museográfico Enrique Udaondo en Luján, el más importante en patrimonio histórico nacional. No hay un museo ideal. Como argentinos deberíamos tratar de conocer y visitar todos.
–¿Y el más lindo?
–Desde el punto de vista de la exhibición se destaca el de Colonia San José, en Entre Ríos, que está dedicado a los inmigrantes de Francia, Italia y Suiza, que llegan a estas tierras para dar origen a la primera colonia agrícola de la provincia. Es un museo hermoso, muy bien trabajado desde las técnicas de exhibición y emotivo porque fue creado por un equipo interdisciplinario. Otro muy buen museo es el etnográfico Juan Bautista Ambrosetti que administra la Facultad de Filosofía y Letras. El del vino Graffigna en San Juan también.
–¿Si pudiera crear un museo y tuviera todo el dinero y las disciplinas a su disposición, de qué sería?
–Dos sueños (que serán realidad): Un gran museo usando una variedad de formas de exhibición que sean innovadoras (mucho más allá de la vitrina o el panel) y que presente el patrimonio natural y cultural argentino. Tal vez podamos cumplir ese sueño con la Fundación de Historia Natural Félix de Azara y con mi colega Claudio Bertonatti en los próximos años. Y el otro es un museo de la Música Argentina. No hay nada que nos represente y sea más emotivo que la música. Estoy buscando financiamiento para esto, así que los empresarios con corazón nacional y ganas de difundir el amplio panorama musical argentino serán bienvenidos. «
Fuente: Tiempo Argentino